'Toy Story 3', de Lee Unkrich. U.S.A. (2010)
Tenía que llegar, más tarde que temprano, el desenlace final de la primera y más épica aventura de los estudios Pixar, 'Toy Story'. En esta tercera entrega, once años depués desde la anterior secuela, los juguetes deben enfrentarse a que Andy, su dueño, se marcha a la Universidad y se ha hecho mayor, dejando atrás aquellos grandes momentos en los que disfrutaba jugando con Woody, Buzz, Jessie, Slinky, Rex y toda la tropa. Ahora, justo antes de adentrarse en el mundo adulto, tiene que decidir qué hacer con sus antiguos compañeros de aventuras y juegos y los juguetes se resignan a esperar en el desván hasta que, tal vez, los posibles hijos de Andy les rescaten del olvido.
'Toy Story 3' comienza con una secuencia espectacular, digna de sus antecesoras pero superior, en la que se entremezclan sin ningún pudor el western clásico con la ciencia ficción más decadente, donde Woody, Jessie y Perdigón persiguen al matrimonio Patata y se protegen del malvado cerdo hucha Hamm. Pronto nos mostrarán que esto no es más que una de las aventuras que suceden en la cabeza de un jovencísimo Andy, que no deja de jugar con sus muñecos y de inventar tales aventuras. Pero igual de pronto, conforme avanzan los créditos iniciales al son del nostálgico "Hay un amigo en mí", vemos como la infancia de Andy va quedando atrás y sus compañeros de juego, relegados al ostracismo encerrados en un baúl.
Andy comienza a empaquetar sus cosas y destina a los juguetes al desván de casa, pero por error (atentos al basurero, que no es otro que Syd, el ya crecido niño malo de la primera película), los juguetes terminan en una caja de donativos para la guardería SunnySide, donde son recibidos por un agradable osito de peluche con olor a fresa llamado Lotso, que les muestra la guardería como si fuera el paraíso al que han ido a parar. Todo el grupo se queda prendado del lugar, menos Woody, que desea volver con Andy, por lo que se quedan ahí. Sin embargo, la guardería pronto se revela como un lugar más parecido al infierno que a ese idílico recinto para jugar eternamente, por lo que deciden escapar y seguir a Woody, pero no será tan fácil como parece.
En este tramo de la película, 'Toy Story 3' se convierte en una evasión carcelaria, puesto que los juguetes han quedado atrapados en contra de su voluntad en la guardería y necesitarán un intrincado plan para poder salir de la misma y burlar el intrincado sistema de seguridad que controlan los propios juguetes de la guardería. Por suerte, Woody vuelve para ayudar a sus amigos y la entrada en escena de Ken, hace que la Barbie despreciada por la hermana pequeña de Andy nos de una de las escenas más divertidas de la película.
Aunque puede parecer que todo se resume a un nuevo regreso a casa de Andy, esta tercera aventura va un paso más allá. Pixar ha madurado, como lleva demostrando en sus últimas creaciones, y 'Toy Story 3' no es una excepción: los juguetes se enfrentan al abandono (que está presente en todos y cada uno de ellos, incluso en los juguetes de la guardería), al final de un trayecto en su "vida" y al posible comienzo de otra, pero también a la muerte, con resignación, entereza y aceptación de la misma en una escena triste y profunda como ella sola. Pero el mensaje más importante es el de decir adiós al pasado, a una etapa de la vida, y a continuar con otra. Puede parecer una casualidad que de la segunda a la tercera entrega hayan pasado once años, pero hay que tener en cuenta dicho detalle, ya que la mayoría de los pequeños que vieron las dos primeras películas de Toy Story en su infancia, tienen ahora la edad de Andy o poco más y, si no se han enfrentado ya al dilema de dejar atrás su niñez (simbolizado aquí en los compañeros de juego inanimados), estarán a punto de hacerlo. Prácticamente todos nos hemos sentido como Andy y como Woody, teniendo que dejar atrás algo que nos encantaba, pero que forma parte de otra etapa de nuestra vida que pasó, y hacerlo con lástima, con la pena del recuerdo de un tiempo que parecía mejor, pero con la alegría de los muchos recuerdos guardados -y no puedo negar verme reflejado en ese gesto involuntario de Andy y su actitud al final de la cinta-.
Ahí radica la grandeza de 'Toy Story 3', siendo la película más madura de la saga en cuanto a sus reflexiones y un más que digno punto y final a las aventuras de esos entrañables juguetes que llegaron a nuestras vidas hace ya quince años en la primera gran joya de la factoría de animación Pixar.
Para mí, sin duda alguna, la película se merece un 9'5/10. Y pobre del que se la pierda o considere que el cine de animación es, a la fuerza, infantil, porque esto es cine de calidad, cuidado y entrañable.
lunes, 9 de agosto de 2010
'Toy Story 3'
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